Afrodita, incautada

Antes de la lengua griega, ese alfabeto duro como un cuello almidonado (Durrell), fue el silabario chipriota. En ese mar que hierve lleno de naves surgió Afrodita; por eso los recién casados suelen ir, aún hoy, de viaje de novios a Pafos, donde surgió la polilla divina (sólo con su mirada y ya eres esclavo). El presidente Zapatero, en uno de los momentos de agobio de la pasada legislatura, se escapó con Sonsoles a la isla, huyendo de la prima. Descubrió como amparados por sus vientos y sus dioses, los chipriotas tienen un alto sentido de su independencia, a pesar de ello fueron aplastados, estafados y humillados por todos los imperios. Antes de ser conquistada la isla por Alejandro, les machacaban con impuestos los fenicios, los persas, los turcos, los romanos, los venecianos, los cruzados, los ingleses. Por último, hace unas horas, han llegado los alemanes.

En Egipto, que hizo de Chipre una colonia, se inventaron los tributos a base de trabajo físico. Los chipriotas tenían que arrodillarse ante los cobradores de impuestos del faraón. Mas tarde los caballeros templarios, primeros banqueros desde la caída de Roma, practicaron la usura, y el pecado nefando, convirtiendo Chipre en un banco mundial, que prestaba dinero a los reyes. Ahora no ha sido ni el faraón, ni el jefe de los templarios, los que han decidido expoliar a los paisanos de Afrodita. Han impuesto un diezmo a los indefensos chipriotas, unos políticos que no han sido elegidos por ellos, excepto un bribón llamado Nicos Anastasiades, que en nombre del centroderecha, ha permitido que se esquilme a su pueblo, no al modo bolchevique, a favor de los obreros, sino a favor del poder financiero, los acreedores y los mercados.

Lo que han decidido los dirigentes europeos borrachos o mal dormidos se llama incautación, expolio o simplemente robo. La Europa de la libre circulación de capitales, la que garantizaba los ahorros y los bienes de sus ciudadanos, ha metido la mano en los depósitos de los bancos, con estas palabras: la bolsa o la vida, la quiebra o la quita. La burocracia política de Bruselas ha entrado sin tropas en Nicosia, refugio de dinero negro, la capital con más poder adquisitivo de todo el Mediterráneo. Con la coartada de dar una lección a los paraísos fiscales y a los que viven con bajos impuestos, han decretado un atraco, sin taparse las caras con una media. «Queríamos ser europeos, y nos han robado», dicen los habitantes de la isla, maldiciendo a la Troika vengativa y neocolonial, que no ha perseguido sólo a los evasores, sino a los trabajadores de astilleros, los camareros y los jubilados.

Los chipriotas resultaban sospechosos, porque cantaban bajo la luna, bebían ouzo y se echaban la siesta.